viernes, 2 de junio de 2017

ACEITE MONOÏ DE TAHITÍ DE YVES ROCHER

Hace unos años empecé a comprar algunas cosas en Yves Rocher. Una de las que siempre me había llamado la atención era el aceite de Monoï de Tahití así que fué de lo primero que quise comprar pero cuando llegué a la tienda y lo olí lo descarté porque no me gustó nada el olor. 
No huele mal, al revés, su olor recuerda a la playa, el verano y eso pero es muy intenso, de los típicos que o te encantan o los odias.

El sábado pasado me fui de valiente y lo compré. La otra vez lo quería para utilizarlo en el cuerpo pero ahora me he aficionado a los aceites capilares y lo quería para ese fin.
Me gusta aplicarme los aceites por la noche, duermo con ellos y tienen más tiempo para que hagan efecto así que aproveché y ese mismo día me lo puse.

Si os soy sincera iba con miedo, el olor sigue siendo el mismo y ya me imaginaba con una corgaera buena toda la noche pero ¡no! para mi sorpresa una vez fuera del bote es mucho más fácil  de llevar, sigue teniendo ese olor tan característico pero no me resultaba tan pesado.
El primer contacto fué bueno, me gustó mucho la aplicación, notaba que se deslizaba más fácil que otros aceites que he probado pero lo mejor vino al día siguiente después de la ducha, me dejó el pelo suave, sedoso, brillante, muy hidratado y los rizos definidos. ¡¡Me ha encantado!! Me gusta más que el aceite reparador de esta misma marca y mira que ese me gusta ¡eh!
Un pero sí le pongo, y es que el orificio de salida es muy grande, hay que tener cuidado para no derramar todo.

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